La Isla de Sark es ese puntito que apenas se percibe en los mapas. Cinco kilómetros cuadrados de isla, situados en el Canal de la Mancha, entre Francia y Reino Unido, donde se suspende un pedazo de tierra orlado de flores, donde el tiempo se ha olvidado de llamar a su puerta.
Quizá por ello, por su extrañeza y peculiaridad, ha experimentado los eventos más estrambóticos que puedas imaginar, desde una invasión hasta el súbito intento de proclamarla paraíso fiscal por parte de dos hermanos millonarios. Pero en realidad la Isla de Sark es el último estado feudal de Europa, una región visitada por turistas por una única razón: se dice que es el mejor rincón del mundo para ver las estrellas, debido a su aislamiento y su inexistencia de contaminación lumínica.
El último feudo de Europa: la Isla de Sark
La isla de Sark, cuenta con una única carretera. Pero por ella, no pueden circular coches, sólo bicicletas y caballos. Una delicia arquitectónica construida por prisioneros alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, donde solo se escucha el trinar de los pájaros y el viento alborotando los árboles. Esta vida pacífica es lo que siempre han buscado sus casi 500 habitantes, acostumbrados a recibir algún turista de vez en cuando, algún visitante en verano, que únicamente desea pasar la noche al raso para ver las estrellas.
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